Para todas las
que nunca se han puesto unos tacones o un traje para ir a la oficina; para las
que no saben lo que es una nómina, ni conocen el significado de los horarios
laborales.
Para todas las que
se han visto mucho antes de lo planeado con un niño en la tripa por quien
luchar; para las que nunca lo tuvieron; para las que han tenido más de tres de
cuatro y de seis.
Para las que
cuidan a sus padres mayores, o a los hijos pequeños de sus hijos, o todos a la
vez. Para las que sientan cada día a la mesa a toda la familia, de lunes a domingo,
365 días al año, incluyendo domingos y fiestas de guardar, que suponen trabajo
doble.
Para las que
nunca encontraron a nadie que las ayudara en casa y compartiera con ellas "sus labores". Para las que extienden la mano los lunes a su marido, padre
o hermano mayor para recibir el dinero y el beso de la semana.
Para las que
atienden a familiares enfermos que dependen al 100 % de ellas sin que nadie
considere que eso es un trabajo. Para las que cuando han podido respirar, porque sus hijos han volado con unos principios y una educación bajo el
brazo, de las que ellas son en buena parte responsables, se encontraron un
mundo afuera de puertas cerradas, que no las considera capacitadas para trabajar
fuera del hogar.
Para las que
tenían mucho que ofrecer: físicas, médicas, actrices,
ingenieras, enfermeras, políticas, filósofas… y escondieron su profesión en la dimensión de
la vida no vivida.
Para las que
nacieron y murieron sin cobrar un sueldo propio ni un solo mes.
No importa si viven en Casablanca, Maputo, Lima, Ankara, Nueva Orleans, Pekín,
Berlín, Londres o Paris. Cristianas, musulmanas o de cualquier otra creencia.
Las hay en todas partes, en el campo, en la ciudad y a tu alrededor. Algunas nacen
dentro de culturas que las encierran en su rol, pero a su vez las respetan por
tenerlo; otras nacen en culturas que disfrazan la realidad y se llenan la boca
hablando de igualdad pero no ofrecen oportunidades y las arrinconan más que nadie. Algunas sienten su soledad amarga
en una choza de un poblado en la selva, otras en un ático de Paris. A todas
esas mujeres que nadie considero como trabajadoras el 8 de marzo y son las más
trabajadoras de la faz de la tierra rindo hoy homenaje.
Berta.