sábado, 8 de marzo de 2014

Para todas las mujeres NO trabajadoras, por trabajar más que nadie.




Para todas las que nunca se han puesto unos tacones o un traje para ir a la oficina; para las que no saben lo que es una nómina, ni conocen el significado de los horarios laborales.

Para todas las que se han visto mucho antes de lo planeado con un niño en la tripa por quien luchar; para las que nunca lo tuvieron; para las que han tenido más de tres de cuatro y de seis.

Para las que cuidan a sus padres mayores, o a los hijos pequeños de sus hijos, o todos a la vez. Para las que sientan cada día a la mesa a toda la familia, de lunes a domingo, 365 días al año, incluyendo domingos y fiestas de guardar, que suponen trabajo doble.

Para las que nunca encontraron a nadie que las ayudara en casa y compartiera con ellas "sus labores". Para las que extienden la mano los lunes a su marido, padre o hermano mayor para recibir el dinero y el beso de la semana.

Para las que atienden a familiares enfermos que dependen al 100 % de ellas sin que nadie considere que eso es un trabajo. Para las que cuando han podido respirar, porque sus hijos han volado con unos principios y una educación bajo el brazo, de las que ellas son en buena parte responsables, se encontraron un mundo afuera de puertas cerradas, que no las considera capacitadas para trabajar fuera del hogar.

Para las que tenían mucho que ofrecer: físicas, médicas, actrices, ingenieras, enfermeras,  políticas, filósofas… y  escondieron su profesión en la dimensión de la vida no vivida.

Para las que nacieron y murieron sin cobrar un sueldo propio ni un solo mes.

No importa si viven en Casablanca, Maputo, Lima, Ankara, Nueva Orleans, Pekín, Berlín, Londres o Paris. Cristianas, musulmanas o de cualquier otra creencia. Las hay en todas partes, en el campo, en la ciudad y a tu alrededor. Algunas nacen dentro de culturas que las encierran en su rol, pero a su vez las respetan por tenerlo; otras nacen en culturas que disfrazan la realidad y se llenan la boca hablando de igualdad pero  no ofrecen oportunidades y las arrinconan más que nadie. Algunas sienten su soledad amarga en una choza de un poblado en la selva, otras en un ático de Paris. A todas esas mujeres que nadie considero como trabajadoras el 8 de marzo y son las más trabajadoras de la faz de la tierra rindo hoy homenaje.
Berta.